Rosita y Sapín

Una bella rosa brotó
a orillas de un lago
el mismo día que nació Sapín
en la charca de al lado.
Juntos crecieron
sin dejar de jugar
(Rosita) ¡Seré tu amiga para siempre!
(Sapín) ¡Nada nos podrá separar!
Sapín chapoteaba
y a Rosita salpicaba,
las gotas le hacían cosquillas
y reía como una chiquilla.
A ella le hubiera gustado
saltar y zambullirse como él
aunque verle comer mosquitos
no lo llevaba nada bien.
(Flor 1) ¡No sé cómo le aguantas,
tan feo como es!
(Flor 2) Es verdad. ¡Es asqueroso!
¡No sé qué ves en él!
Rosita, cada día más guapa,
desprendía un dulce olor
pero las espinas de su tallo
presagiaban el dolor.
Jugando al coqueteo
con las flores del jardín
olvidó charlas y juegos
con su amigo Sapín.
Hasta que un día le dijo:
(Rosita) Es mejor que te marches
tú que puedes caminar,
mi belleza se eclipsa
con tu fealdad
y mis nuevas amigas
no lo pueden soportar.
Triste y afligido
la miró por última vez
y croando de pena
se marchó para no volver.
Pero quiso el azar caprichoso
que el destino le hiciera retornar
a aquella charca junto al lago
y a su vieja amiga reencontrar.
(Sapín) ¡Ay, Rosita, presumida!
Creyéndote superior
me echaste de tu vida
para verte tú mejor,
en cambio hoy te encuentro marchita
ajada y sumida.
(Rosita) Cesaron las lluvias,
el sol me ha quemado
y plagas de insectos
mis pétalos han mordisqueado.
(Sapín) Era yo quien te traía agua
en tiempos de sequía
y quien mantenía alejados a los insectos,
¿sabes por qué? ¡Porque me los comía!
Lo que tan feo veías en mí
era lo que a ti tan bella te hacía.

Moraleja:
La amistad es generosa,
nunca pone condiciones;
es la prenda más preciosa
¡cuídala!, no la abandones.



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